Ni siquiera era cuestión de dar o no dar. Sólo se avergüenza por el hecho mismo de seducir a un profesor. Sin embargo, estas bellezas no van a aprender, pero siempre están dispuestas a chupar. Las buenas notas no se dan por casualidad.
Como un pez de colores que los pescadores sacaron a la orilla con una red. Cómo sabía lo que habían deseado, que se convirtiera en rubia. Sin embargo, también tuvo que hacer realidad su segundo deseo: dejarles entrar en todas sus rendijas. Creo que también conseguirá su tercer deseo: ¡chupar un coche! Así que ahora tiene que quedarse en tierra firme un poco más que con el abuelo del cuento. ¡Porque parece que a ella también le gusta chupar y tragar!
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